En este artículo presentaré los fundamentos teóricos y metodológicos de la genética de la conducta (ciencia que se ha ocupado del estudio de las influencias genéticas sobre las características psicológicas y conductuales), sus hallazgos acerca de la heredabilidad de diversas características psicológicas, así como sus aportaciones más recientes al estudio del ambiente: la interacciones y correlaciones entre herencia y ambiente, la importancia del medio no compartido y las influencias genéticas sobre las medidas para evaluar el ambiente.
El dilema entre herencia genética y ambiente como causas del desarrollo ha marcado gran parte de la historia en la psicología. El interés por estudiar científicamente la influencia de la herencia sobre el ser humano tiene una historia de casi un siglo y medio, por lo que tendríamos que remontarnos a Darwin y su teoría de la evolución de las especies y la selección natural para encontrar una de las primeras referencias al papel de la herencia. Ahí podremos encontrar los primeros antecedentes de los dos enfoques que se han preocupado más por el estudio del comportamiento instintivo y a la genética de conducta. El primero de ellos ha investigado la herencia genética mediante el estudio de aquellos comportamientos comunes a todos los miembros de una especie. En cambio, la genética de la conducta se ha centrado en el estudio de las diferencias entre individuos.
Francis Galton fue el primer científico que estudió la influencia de la herencia sobre las características psicológicas y comportamentales del ser humano. Su obra El genio hereditario (1884) supuso el inicio de los trabajos sobre genética de la conducta. En ella analizaba las familias de cerca de 1000 hombre considerados eminentes, encontrando la tendencia de determinados rasgos a agruparse por familias.
Desde los primeros trabajos realizados por Galton, la genética de la conducta ha tenido un importante desarrollo, sin embargo, su evolución ha estado marcada por importantes polémicas dentro del campo de la psicología. Durante bastante tiempo la controversia se estableció de una forma absoluta entre herencia y ambiente, en algunos momentos estas polémicas ha tenido un claro trasfondo político, y algunos autores como Arthur Jensen (1979), con sus estudios comparativos entre el CI de distintos grupos raciales, o Herrnstein y Murray (1995), se han servido de unas sesgadas interpretaciones los datos disponibles para defender políticas sociales de apoyo a minoría raciales, basándose en la supuesta inutilidad de las mismas, ya que la inferioridad intelectual de estos grupos estaría basada en causas genéticas y sería por ello inmodificable, pero estos datos son claramente insuficientes y sus interpretaciones se apoyan en premisas falsa.
A continuación expondré los que considero que son las principales aportaciones de la genética de la conducta. Empezaré con la definición del concepto de heredabilidad:
El concepto de heredabilidad constituye la piedra angular de la genética de la conducta, durante bastantes años la genética de la conducta ha estado centrada en el estudio de la heredabilidad de distintos rasgos o características psicológicas como el C.I., habilidades cognitivas específicas, la extroversión o el neuroticismo.
La heredabilidad de una determinada característica es un parámetro estadístico que da información sobre la relación entre la varianza genética y la varianza fenotípica de una determinada población. Nos indicará hasta qué punto las diferencias genéticas existen entre los individuos son responsables de las diferencias que presentan en una características o rasgos conductual (Plomin, DeFries y McClearn, 1980). La heredabilidad es, por lo tanto, un parámetro poblacional que no es aplicable a un individuo aislado, no nos dice nada acerca de los determinantes de las características de un sujeto concreto, tampoco nos da información sobre las diferencias entre grupos: hombres y mujeres, blanco y de color, etc. Por ejemplo, si decimos que el C.I. tiene una heredabilidad de 0.6, significaría que el 60% de las variaciones en C.I. de una determinada población, en un momento determinado, se debe a diferencias genéticas. Esto no quiere decir que en un sujeto que presente un C.I. de 110, el 60% de su inteligencia está determinada genéticamente y el ambiente explique el 40% restante. Sino que si la media poblacional del C.I. es de 100, seis de los diez puntos que separan a este sujeto de la media se deberían a influencias genéticas y cuatro a efectos ambientales, de los 100 puntos restantes no podremos decir nada.
La heredabilidad de las características psicológicas
La inteligencia es el rasgo psicológico del que se ha recogido más información, y que más polémicas ha creado. Unos de los datos más significativos de los estudios realizados sobre este aspecto es que el porcentaje de heredabilidad del C.I. está en función del año en el que se realizó el trabajo. Así, los estudios anteriores a la década de los 60 encuentran unas estimaciones muy altas que rondan el 80%. En cambio, a partir de esa fecha la heredabilidad baja hasta el 50% hallado en los estudios más recientes. Esta disminución podría deberse tanto a los cambios sociales y ambientales acontecidos como a las modificaciones en los métodos empleados, cada vez más potentes y fiables. Otro de los hallazgos de estos estudios es el incremento de las influencias genéticas sobre la inteligencia según aumenta la edad de los sujetos (McGue, Bouchard, Iacono y Liken, 1993; Rose, 1995).
Durante las últimas décadas, la genética de la conducta ha acumulado una enorme cantidad de evidencia empírica sobre la heredabilidad de determinados rasgos de personalidad. En términos generales, puede decirse que entre un 40% y un 50% de la varianza de distintas características estudiadas, como la extraversión o el neuroticismo parece tener una determinación genética (Loehlin, 1992).
La genética de la conducta y el estudio del ambiente
Las aportaciones más interesantes de la genética de la conducta tienen que ver con el estudio del ambiente y no con el estudio de las influencias genéticas. Las investigaciones comentadas más arriba han puesto de manifiesto la influencia de las herencias sobre muchas características psicológicas, sin embargo, estas mismas investigaciones proporcionan la mejor evidencia sobre la importancia de los factores contextuales, resulta evidente que tanto la inteligencia como ciertos rasgos de la personalidad se encuentran completamente abiertos a la modificación como consecuencia de la intervención de factores ambientales
Las aportaciones más interesantes del estudio del ambiente están relacionadas con tres aspectos: las interacciones y correlaciones entre genotipo y ambiente, el impacto de las influencias ambientales no compartidas, y la influencia genética sobre las medidas de evaluación del ambiente.
Interacción entre genotipo y ambiente
Este concepto está en la línea de lo que otros autores, han denominado especificidad organísmica o vulnerabilidad (Wachs y Gruen, 1982; Rutter, 1983), y se refiere al carácter mediador que la naturaleza del organismo tendrá sobre las influencias del medio: individuos con distintos genotipos responden de distintos modo a un ambiente específico.Resulta evidente que hablar de interacción es hablar de algo más que la simple adición de efectos genéticos y ambientales. No se trata de un factor organísmico y otro contextual sumando sus influencia sobre el desarrollo.
Correlaciones entre genotipo y ambiente
El concepto de correlación entre herencia y ambiente es destacado por la genética de la conducta para hacer referencia al proceso por el que las características genotípicas o heredadas del sujeto van a determinar las experiencias y los ambientes a los que se verá expuesto (Scarr y MacCartney, 1983).
Plomin, DeFries y McClearn (1980) describen tres clases de correlación: pasiva, evocativa o reactiva, y activa. La correlación pasiva se da cuando los padres transmiten a sus hijos genes y ambientes que son ambos favorables o desfavorables para el desarrollo de un determinado rasgo o característica. La segunda correlación es la denominada reactiva o evocativa, y representa las diferentes respuestas que individuos con distintos genotipos provocan en el mundo físico y social. La tercera correlación es la activa, y se refiere a lo que se ha denominado elección o construcción del nicho. Desde este punto de vista, los individuos no son meros receptores de experiencia, y pueden contribuir a su propio ambiente buscando activamente uno que se ajuste a sus características genotípicas motivacionales, intelectuales o de personalidad. Así, los individuos pueden buscar compañeros o experiencias más estimulantes y que fomenten su desarrollo cognitivo.
El tipo de correlación genotipo-ambiente más frecuente dependerá del momento evolutivo. Durante la infancia, debido a que la mayor parte de las experiencias son proporcionadas por los adultos, la correlación más importante es la de tipo pasivo. Sin embargo, en la medida en que el niño vaya teniendo más experiencias fuera de la familia, ésta correlación pasiva irá perdiendo importancia, y la correlación activa pasará a ocupar el lugar preferente. En cuanto a la correlación reactiva, se mantendrá igual a lo largo del ciclo vital, ya que, independientemente del momento evolutivo, provocamos respuestas en los demás según muchas de nuestras características determinadas por los genes (Scarr y MacCartney, 1983).
Las influencias ambientales no compartidas
Nos permiten obtener información sobre qué parte de esa varianza ambiente se debe a factores que afectan a todos los miembros de una familia y cuál está motivada por influencias no compartidas y que, por lo tanto, afectan a individuos concretos.
La influencia genética sobre la evaluación del contexto
Si uno de los primeros objetivos que se planteó la genética de la conducta consistía en separar las influencias genéticas y ambientales sobre diversos rasgos comportamentales, sus hallazgos parecen apuntar precisamente a la dificultad que entraña esa separación y el establecimiento de límites precisos entre el organismo y el ambiente, ya que entre ambos aspectos existen relaciones bidireccionales.
Los métodos de la genética de la conducta van a permitir considerar cualquier medida del ambiente como si fuese un rasgo más del fenotipo del sujeto y calcular los componentes genéticos y ambientales de su varianza. Si esta medida del ambiente no está influida genéticamente, la correlación en el caso de gemelos idénticos no será mayor que entre gemelos distintos, y entre hermanos biológicos no será mayor que entre hermanos adoptivos.
Conclusiones sobre las aportaciones de la genética de la conducta
He expuesto los principios y métodos así como los principales hallazgos y aportaciones de la genética de la conducta al estudio del desarrollo. Actualmente se ha producido una aceptación de hallazgos procedentes de este campo, esta aceptación obedece el giro dado en las líneas de investigación de la genética de la conducta, que ha pasado del interés inicial por el cálculo del índice de heredabilidad, o cuantificación de la influencia genética sobre diversos rasgos conductuales, al interés por el estudio de los procesos por los cuáles los genes producen determinados rasgos o características.
En esta exposición del concepto de heredabilidad he pretendido aclarar su significado y alcance reales, además, el hecho de que una características psicológicas tenga una heredabilidad alta no quiere decir que no pueda ser modificada por la experiencia. Sólo nos está indicando que las influencias ambientales actuales no parecen afectar mucho a dicha características, aunque otras experiencias sí podrían hacerlo.
En primer lugar hay que destacar el hallazgo de las interacciones entre herencia y ambiente, que ha relativizado y complicado el papel del contexto, poniendo de relieve la imposibilidad de estudiar las influencias ambientales con independencia de las características organísmicas del sujeto, por otra parte, la ya clásica conceptualización de las correlaciones entre genotipo y ambiente han sido un claro apoyo al papel activo que el sujeto desempeña en las interacciones con el medio, papel que hoy día es reconocido por la mayoría de los modelos explicativos del desarrollo, especialmente los de carácter sistémico.
Estos estudios han servido para alertar a los investigadores evolutivos acerca de la importancia que reviste prestar atención a las diferencias existentes entre el ambiente vivido por cada hermano, alentándonos a huir de la consideración del contexto familiar como un todo compartido y vivenciado de forma similar por todos los hijos. Esta atención al medio no compartido debería tener su plasmación en los instrumentos utilizados para el estudio del contexto familiar, ya que deberían ser sensibles a estas diferencias intrafamiliares e intentar captar la selección, modificación y creación que los individuos hacen de su medio.
Vídeos y enlaces interesantes:
David González Herrera
Nº11 4ºESO A
No se quien es Gahijil. No tengo ninguna persona en la asignatura llamada así. Por favor, que se ponga en contacto conmigo
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