¡Los comportamientos pasados dejaron huella!

Para introducir un poco mi entrada quería hablaros de lo interesante que me ha parecido la parte de los órganos vestigiales, lo increíble que es que conservemos características de nuestros antepasados.
Hay órganos vestigiales como el coxis que son los restos de una cola perdida; la plica semilunaris que es un residuo vestigial de la membrana nictitante (el tercer párpado) en otros animales; la muela de juicio ya que en nuestros primeros pasos como homínidos, masticar era una tarea que precisaba de muchos dientes y fuertes mandíbulas, pero los cambios en la alimentación provocaron que estos dientes no fueran tan necesarios; el apéndice ya que en un pasado, este ayudaba en la digestión de plantas ricas en celulosa y muchos órganos más.
Pero a pesar de estos órganos, he encontrado algunos comportamientos muy curiosos que reflejan en nosotros nuestros antepasados:
El reflejo palmar o plantar
    
Es verdad que no es un órgano, pero es un comportamiento interesante. Un estudio demostró que el 37% de los niños recién nacidos a los que se les colocaba un dedo o un lápiz en la palma de la mano, lo cogía con suficiente fuerza como para sostener su peso. Esta conducta, que en algunos casos se llegó a observar también en la planta de los pies, permanece hasta la quinta semana. Su explicación estaría en la necesidad de agarrarse con fuerza a la espalda de la madre cuando, en otros tiempos, era trasladado de árbol en árbol.

                                      
La piel de gallina


Cuando sientes un poco de frío o una situación te da un poco de miedo, en seguida la piel se pone de gallina. En nuestros antepasados, esto era muy útil ya que los pelos erectos atrapan más aire entre ellos y aislan mejor. Cuando había una situación en la que se atemorizaban, esto hacía parecer más grande ante posibles depredadores.
Sería algo así...
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