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LA MOMIFICACIÓN Y SU RELACIÓN CON LA CIENCIA
A continuación, se
procederá al comentario de la entrada de Julia Vázquez Hernández, que puedes
visitar en el siguiente enlace: http://fisicaquimicabioloblog.blogspot.com.es/2016/01/la-momificacion-y-su-relacion-con-la.html#comment-form
El aspecto
histórico-científico expuesto en esta entrada es una clara muestra de la gran
contribución a la ciencia que puede implicar la simple observación de los
fenómenos y procesos que tienen lugar en la naturaleza. Los egipcios adaptaron
sus escasos, aunque avanzados para su época, conocimientos científicos a las
necesidades y requerimientos de sus creencias vinculadas a la vida posterior a
la muerte. De hecho, ignorando la existencia de células y microorganismos
microscópicos, fueron capaces de contrarrestar con notable efectividad el
efecto que causan en los organismos muertos.
No obstante, a
pesar de que se suele considerar que la precisión de las técnicas de
embalsamamiento practicadas en el antiguo Egipto corresponde a una mera coincidencia,
muchos creen que los conocimientos de los antiguos egipcios iban más allá de lo
que actualmente creemos. De hecho, en ocasiones se asegura que los egipcios
empleaban múltiples sustancias al proceso de momificación desconociendo todos
los verdaderos efectos que podían producir y, en consecuencia, su contribución
a la deceleración de la putrefacción del cadáver. Sin embargo, son excesivas
las casualidades que se pueden discernir en el procedimiento, lo cual nos
plantea infinidad de incógnitas ¿realmente los egipcios desconocían todos los
efectos de las sustancias que empleaban en la momificación? ¿ignoraban los
dominadores del Nilo las causas de la descomposición de los cuerpos inertes o
sospechaban que, de alguna manera, el propio cadáver o algo externo invisible
eran los encargados de la putrefacción? ¿es posible que especularan, sin
ostentar prueba alguna que lo demostrara, con la existencia de seres
imperceptibles para el ojo humano?
Es incuestionable
el desconocimiento de los egipcios de la existencia de unidades anatómicas y
fisiológicas en los organismos denominadas células debido a la carencia de los
medios precisados para su descubrimiento. Por tanto, resultaba completamente
inimaginable que fueran conscientes de que son ciertos hongos microscópicos y,
sobre todo, bacterias, los causantes de la descomposición de organismos
inertes. Innumerables de dichas bacterias proceden de nuestro propio organismo,
en especial del intestino, donde son esenciales para la vida humana puesto que
participan en procesos digestivos, absorbiendo vitaminas. Durante la vida, el
sistema inmunitario frena a dichas bacterias impidiendo que se introduzcan,
propaguen y multipliquen en nuestros tejidos, sin embargo, tras el
fallecimiento del individuo en cuestión, los microorganismos, incluidos
aquellos que habían contribuido a las funciones vitales del humano, comienzan a
alimentarse de la materia orgánica de la que está constituida el cuerpo humano.
De este modo, se iniciará la degradación paulatina de las células cuyos
orgánulos, lípidos, proteínas, glúcidos… serán destruidos por los
microorganismos. Todo este proceso, como bien explica la entrada, se da en
apenas un año, aunque los huesos pueden perdurar entre 40 y 50 años. Nuestro
cuerpo también proporcionará agua a los microorganismos dados que se compone en
un 70% de este elemento, aunque todo esto era ignorado por los egipcios, con
total seguridad.
No obstante,
resulta curioso cómo los constructores de las pirámides, aun desconociendo todo
este proceso, eran capaces imitar con relativa eficacia, la manera en que el
organismo, durante la vida, impide la putrefacción del cuerpo. Así, por
ejemplo, el empleo de ciertas sustancias tales como el vino de palma, en teoría
para evitar el hedor que desprendían los cadáveres que eran sometidos a la
momificación, de igual forma, producía una importante acción antiséptica
gracias a su concentración de aproximadamente un 15% de alcohol etílico que
elimina gran parte de los microorganismos que intervienen en los procesos de putrefacción,
convirtiéndose así en perfectos desinfectantes. De igual modo, los integrantes
de la civilización faraónica extraían, tras la aplicación de ciertos perfumes
como el vino de palma, las vísceras de los cadáveres. Se cree realizaban este
procedimiento debido a sus creencias, ya que, tras su extracción, las rociaban
con vino de palma y aromatizantes y las introducían en recipientes especiales
denominados vasos “canopes”. No obstante, resulta francamente inquietante que
se diera la casualidad de que extrajeran una de las fuentes esenciales de
microorganismos, centrándose además en aquellos órganos con mayor volumen y
proporción de agua, los pulmones, el estómago, el intestino y el hígado, cuya
deshidratación hubiera sido necesaria para la momificación. En la momificación
de los más ricos se producía también la licuefacción del cerebro, a través de
los orificios nasales y, posteriormente, se rellenaba la cavidad craneal con
resina caliente y el abdomen con serrín, resinas… Al parecer, los egipcios sí
que eran conscientes de que la extracción de los órganos internos implica una
disminución de la consistencia del cadáver y, por ello, lo rellenaban con estas
sustancias. Por otro lado, el empleo de la resina era idóneo ya que también
ostenta función antiséptica y su consistencia variable contribuía a la
conservación de la forma del cadáver ¿sabían esto los egipcios? y, si fuera
así, ¿cómo? El único órgano que permanecía en el cuerpo era el corazón, pero
¿se debía esto sólo a motivos religiosos o sabían los egipcios que su
naturaleza muscular y pequeño tamaño no influía tanto en el proceso?
Tampoco sabían,
dada la carencia de microscopios y otros instrumentos, que la arena impide la
proliferación de todos los microorganismos encargados de la putrefacción ya que
produce una rápida deshidratación del cuerpo, no obstante, se cree que se
inspiraron en los cuerpos conservados en las arenas de desierto para comenzar a
momificar cadáveres. De hecho, sí que eran conscientes de que la deshidratación
del cuerpo inerte es fundamental, aunque ignoraban que la carencia de agua
impide la proliferación de microorganismos, por consiguiente, empleaban métodos
como la salazón, es decir, mantener el cuerpo en sal, o el ya mencionado de la
arena. Para la salazón empleaban natrón, una sal natural que se extrae de los
lechos secos de determinados tipos de lagos o corrientes salinas. Químicamente
su componente principal es el carbonato de sodio, aunque también suele contener cierta
proporción de bicarbonato de sodio y, en menor cantidad, cloruro sódico. Las
moléculas de carbonato de sodio tienen una propiedad muy destacada: la de
asociarse a numerosas moléculas de agua,10 moléculas de agua por cada molécula
de carbonato de sodio. Por tanto, el natrón es un excelente agente
deshidratante que absorbe la humedad que haya a su alrededor.
El natrón era, y continúa siendo, muy abundante en Egipto, así que no es raro
que fuera usado para esta finalidad, ya que hacía falta en cantidades
considerables. La desecación duraba en torno a setenta días período en que,
curiosamente, casualidad o no, ya había comenzado el proceso de autolisis en el
que las células cerebrales comenzaban a morir.
Para finalizar el
procedimiento, se vendaba el cadáver por entero, comenzando por los dedos e
incluyendo la cara. Para ello, se empleaban vendas, usualmente de lino,
impregnadas con resinas que contribuían a que éstas se adhirieran a la piel.
Tras esto, se introducía la momia en el sarcófago.
En conclusión, es
innegable que el proceso de momificación nos conduce a infinidad de dudas en
relación a los verdaderos conocimientos científicos de los egipcios. Algunos
incluso afirman que ciertos misterios de la ciencia les fueron revelados por
alguna deidad o ente exterior. No obstante, por lo que se ha podido observar en
la entrada del blog y en este comentario, se podría asegurar que esto no es
así. Es cierto que no se puede comprobar a ciencia cierta el límite de los
conocimientos egipcios, no obstante, la carencia de medios para igualar los
actuales es obvia. De hecho, la mayor parte de las técnicas que empleaban no
eran más que un intento de imitación de los procesos que en la naturaleza se
producen por sí solos y, por tanto, fruto de una extraordinaria capacidad de
observación. Quizás eran más conscientes de lo que nosotros creemos de la
utilidad de sus técnicas, sin embargo, ciertos aspectos, como la función
antiséptica del vino de palma, a pesar de que resulte una casualidad
inquietante, eran presumiblemente ignorados por los dominadores del Nilo. Por
consiguiente, hemos de aplaudir la capacidad de esta civilización de
perfeccionar una técnica tan compleja careciendo de los medios necesarios para
conocer realmente la causa del problema que lograron paliar en cierto modo.
Aquí os dejo un complemento audiovisual aunque recomiendo el que aparece en la propia entrada.
BIBLIOGRAFÍA
IMÁGENES
Germán Josten Muñoz. 4ºESO-A
German... ¡¡ asombroso Egipto... asombrosos sus hábitos y sus conocimientos!! ¡¡ Entrada excepcional!! He disfrutado muchísimo con su lectura. Gracias
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