INSENSIBILIDAD CONGÉTINA DEL DOLOR: “SU MAYOR DESEO ES SENTIR DOLOR”

La insensibilidad congénita al dolor es una enfermedad hereditaria autosómica recesiva poco frecuente, que necesita que las dos copias del gen NTRK1 del cromosoma 1 que la produce estén alteradas para que aparezca dicha enfermedad.

Fue descrita por primera vez en el año 1932 y actualmente, se cree que el padecimiento afecta a menos de 50 personas en el mundo.

Esta enfermedad se caracteriza por una interpretación anormal de los estímulos dolorosos, en la que la persona que lo padece no huye de estos, por lo que como consecuencia pueden producirse numerosos daños como amputaciones, fracturas, quemaduras…

Esto se debe a que el estímulo doloroso no se transmite adecuadamente al sistema nervioso central, ya que hay un defecto en las vías sensitivas, existiendo una mayor afectación sensitiva que motora, donde se ve alterada sobre todo la sensibilidad dolorosa.

(Transmisión del estímulo normal)
(Transmisión del estímulo en personas con insensibilidad congénita del dolor)


A continuación, se expone un caso clínico de esta enfermedad:

Marisa de Toledo, es una mujer de 27 años que padece insensibilidad congénita del dolor. Con 7 años, Marisa se rompió el tobillo y fue entonces cuando se le diagnosticó la enfermedad. Relata que, aunque su tobillo estaba hinchado, había estado caminando normal durante todo el día, sin sentir ningún tipo de dolor.


Desde entonces, la vida de Marisa estuvo llena de incidentes no dolorosos, como una amputación de un dedo del pie, quedarse sin sentido del gusto tras haberse quemado la lengua varias veces, en su primer parto, por cesárea, no necesitó anestesia, e incluso llegó a quedarse dormida durante el nacimiento del segundo de sus tres hijos.

Marisa actualmente tiene las manos cubiertas de cicatrices y ampollas, y aunque aún tiene sentido del tacto, su cerebro no puede transmitir señales de peligro.

"Todavía no entiendo nada. No siento dolor y eso no es normal, ¿no?", preguntó. "Ir por ahí haciéndote daño, rompiéndote los huesos y sin sentir dolor...".

“Mi mayor deseo es sentir dolor”.

A pesar de los deseos de Marisa, la insensibilidad congénita del dolor no tiene tratamiento, aunque se pueden tomar precauciones para evitar lesiones a nivel cutáneo y óseo, adaptando el entorno de la persona, así como examinar con frecuencia el cuerpo con el fin de buscar posibles lesiones de las cuales no haya sido consciente.




BIBLIOGRAFÍA:

Documentos:

http://scielo.isciii.es/pdf/dolor/v11n1/revision.pdf

https://www.salud.mapfre.es/enfermedades/neurologicas/insensibilidad-congenita-al-dolor/#Tratamiento

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150505_salud_brasil_mujer_no_siente_dolor_lv

Fotografías:

http://agrega.educacion.es/repositorio/14062013/46/es_2013061412_9103939/SistemaNervioso/los_actos_nerviosos.html


1 comentario:

  1. Buena entrada, Ángela. Interesante tema aunque está ya trabajado en otras entradas. Se podría haber completado buscando información sobre otros genes afectados en esta dolencia y si es adaptativo desde ele punto de vista de la evolución ser portador de esta enfermedad. Muy interesante. Nota. Acorta los links en este tipo de trabajos

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