Curiosamente, este tipo de reacciones se remiten en el imaginario popular a la “química”, y se dice que con tal o cual persona recién conocida hubo o no hubo “química” en ese primer encuentro. Lo interesante es que ese saber intuitivo casi acierta al descubrir la razón de por qué alguien nos puede parecer a primera vista confiable o desconfiable.
Para demostrar esto unos investigadores realizaron el siguiente experimento: primero grabaron a 23 parejas discutiendo, posteriormente seleccionaron los momentos más críticos de este altercado y los transmitieron frente a otras personas totalmente ajenas, pero quitando el audio de los videos. A los miembros de este segundo grupo se les pidió que evaluaran la empatía de las personas que veían en la grabación.
Se estudiaron sus combinaciones genéticas (las bases de los genes: A, T, c y G), siendo GG las más confiables. Las personas del segundo grupo eligieron como más antipáticas a las personas químicamente esperadas.
Y si bien es por sí mismo sorprendente cómo una modificación genética tan nimia puede resultar en efectos tan notorios, es todavía más asombroso que hayamos desarrollado algún tipo de habilidad para advertir estas expresiones genotípicas en los demás.
Por lo que realmente recurrimos a la química cuando decimos que alguien, a simple vista, nos da confianza o nos parece simpática.
Sara Camacho León
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