ENVEJECIENDO POR CULPA DE MAMÁ
Ciertas
mutaciones en el ADN mitocondrial, que se transmite por vía materna,
tienen algunos aspectos del envejecimiento, según muestran en
ratones Nils-Göran Larsson y sus colegas del Instituto Max Planck de
Biología del Envejecimiento, en Colonia. Las mutaciones somáticas
(ocurridas durante la vida del individuo) en el ADN mitocondrial son
una de las causas principales del envejecimiento, y si encima ya
llevas puestas algunas de nacimiento (heredadas de la madre), la
degradación de los tejidos va más deprisa. Algo similar ocurre con
el cáncer.
De
los más de 20.000 genes humanos, unos 50 no están en el núcleo de
las células, sino en las mitocondrias, Las mutaciones de estos
genes afectan sobre todo a los órganos que más energía demandan,
como los músculos y el cerebro.
La
fecundación es una lucha desigual. Los genes del núcleo son
aportados a partes iguales por el óvulo y el espermatozoide, pero es
el óvulo quien pone el resto del material celular, incluidas las
mitocondrias. Por esta razón, el ADN mitocondrial se transmite solo
por vía materna. La fertilidad empieza a reducirse antes de lo
normal y, en ciertas condiciones, se generan malformaciones
cerebrales.
Las
mitocondrias sufren mutaciones durante el desarrollo normal, que de
hecho son una de las causas preeminentes del envejecimiento de
cualquier persona.
Si
el individuo hereda de su madre algunas mutaciones mitocondriales, se
reduce el trabajo que le queda por hacer a las mutaciones somáticas.
Somos sociedades de células. Nacer con los genes de la deserción
futura solo puede empeorar las cosas.
Las
mutaciones mitocondriales heredadas de la madre constituyen, según
los científicos del Max Planck, “un factor de riesgo que puede
conducir a perturbaciones del desarrollo si se combina con una tasa
incrementada de mutación somática en el ADN mitocondrial”.
La
misma madre que nos da la vida puede quitárnosla antes de tiempo.
¿Mal psicoanálisis? No: justicia genética
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