El
siguiente ejemplo ha captado mi atención en cuanto lo he leído,
la relación entre el gobio
de Luther y una gamba
ciega. El gobio de Luther no posee las dotes
adecuadas para cavar una buena madriguera. Este problema se lo
resuelve la gamba, con sus potentes patas cava la madriguera y ella
obtiene del pez a su propio lazarillo. Viven juntos en la cueva y
salen juntos a buscar alimento. Las antenas de la gamba están en
contacto con el pez y cuando éste detecta un peligro, le da un
toquecito a la gamba y ambos huyen a la cueva. Un claro ejemplo de perfecta simbiosis.
En
numerosas ocasiones la relación de las hormigas con algunas plantas
epífitas va aún más lejos, tomando actitudes defensivas que
protegen a la planta de algunos depredadores hervíboros. A esta
interacción se le llama mirmecofilia. En algunos casos, además, las
hormigas activamente quitan aquellas plantas epífitas que se
encaramen sobre la mirmecófita, o que se establezcan en el
vecindario inmediato del tronco de la planta mirmecófita. A cambio
reciben cobijo o recompensas alimenticias, como por ejemplo néctar.
Sin embargo, las plantas sólo son consideradas mirmecófitas cuando
además de producir alimento poseen estructuras capaz de albergar a
la colonia de hormigas en su interior.
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