Carlos II, el Rey enfermo

Hacia 1661 nacía Carlos II de España, llamado «el Hechizado», un nuevo descendiente de la familia Real que posiblemente sería el
heredero del trono Español. Hijo y sucesor de Felipe IV y de Mariana de Austria. El rey muere en 1665, cuando Carlos II tenía
solamente cuatro años y es su madre Mariana de Austria la que queda como Regente del Reino, en sustitución de su hijo, hasta
que este alcance la mayoría de edad que sería en 1675 cuando fue proclamado Rey de España.
Su sobrenombre le venía de la atribución de su lamentable estado físico causado por las múltiples enfermedades que padecía.
Enfermedades que tuvieron origen en  los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real que ocasionaron que el
heredero las padeciera. Carlos II fue el hijo heredero de Felipe IV y Mariana de Austia una relación de primos hermanos que tuvo consecuencias muy graves en la salud de Carlos.

Esos matrimonios consanguíneos podían incrementar las posibilidades de que la descendencia estuviera afectada por
rasgos recesivos o deterioros genéticos como en el caso de Carlos II. Ya que si los progenitores tenían alguna enfermedad
genética que se transmitiera por un alelo recesivo, al reproducirse entre ellos siendo ambos portadores, el porcentaje de
probabilidad de que el descendiente padeciera esa enfermedad que ambos portaban aumentaba.
Padecía raquitismo pues no tenía vitamina D, carecía de falta de luz solar ya que no se le sacaba al exterior ante el temor
de que cogiera catarros que pusieran en peligro su vida. La carencia de vitamina D puede conducir a una pérdida de densidad
ósea, lo que puede llevar a sufrir osteoporosis y fracturas. La deficiencia severa de la vitamina D también puede conducir a otras
enfermedades. En niños, puede causar raquitismo como era el caso de Carlos II, padecía una enfermedad rara que hacía
que los huesos se volvieran blandos y se doblaran. El sucesor en cuestión poseía síntomas como musculatura
débil e infertilidad, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española
de los Habsburgo. Pero ¿cuál era el motivo realmente de esa infertilidad?


De Carlos II se sabe con casi total seguridad que padecía el síndrome de Klinefelter, enfermedad genética, que consiste en una
alteración cromosómica expresado en el cariotipo 47/XXY, es decir, que tienen un cromosoma X supernumerario. Dicho síndrome
se caracteriza por infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, hipogenitalismo (genitales pequeños),
trastornos conductuales como agresividad, irritabilidad, aislamiento e impulsividad,  y aspecto eunucoide, con talla alta, extremidades
largas, escaso vello facial y distribución de vello de tipo femenino. En muchos hombres con Klinefelter, aunque no en todos, los genitales
no llegan a desarrollarse por completo y se quedan más pequeños, lo que dificulta la producción de testosterona.  Carlos II no
presentaba algunos de los elementos característicos de la enfermedad (no tenía ginecomastia, un agrandamiento patológico de una o
ambas glándulas mamarias en el hombre, ni estatura alta), por lo que se piensa que su caso podría tratarse de una
variante de mosaicismo con fórmula 46XY/47XXY  (es decir, algunas células con cariotipo normal en un varón, XY,
y otras con cariotipo alterado XXY), con talla normal y sin ginecomastia y sin embargo, siempre con azoospermia
(ausencia de espermatozoides), y a veces lesiones cardiacas y disfunción tiroidea. La inmensa mayoría de los hombres
con síndrome de Klinefelter son estériles, de modo que no pueden tener hijos de la forma habitual. Las posibilidades
de convertirse en padres de una forma natural son muy limitadas. Es por eso que tras la muerte sin descendencia como
era de esperar por parte del joven Rey Carlos II (que tan sólo gobernó durante 25 años) se desencadenó el conflicto sucesorio en España.
Antes de fallecer, el Rey nombró sucesor a Felipe de Anjou y desde aquel momento el trono de España correspondía al nieto del rey
francés Luis XIV, quien fue coronado con el título de Felipe V. Acababa así la dinastía de los Habsburgo y llegaba al trono español
la dinastía de los Borbones. Sin embargo el miedo de muchas potencias europeas
a una unión dinástica entre Francia y España generó que apoyaran al archiduque Carlos de Austria en sus pretensiones al trono español.
El conflicto dinástico se convirtió en una feroz guerra internacional que decidiría para siempre los destinos de toda Europa.
El conflicto sucesorio se convirtió además en una verdadera Guerra Civil entre la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, que se
vió afectada por la pérdida de los históricos dominios aragoneses y catalanes. La guerra concluyó tras 12 años con la firma del
Tratado de Utrecht en 1713. El tratado concilió diferentes acuerdos pero el más importante de ellos fue el reconocimiento de
Felipe V por las potencias europeas como Rey de España pero que como consecuencia a ese reconocimiento el Rey debía renunciar
a cualquier posible derecho a la corona francesa.


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