En el transcurso de la evolución, que se produzcan grandes cambios en el tamaño corporal de los mamíferos terrestres requiere mucho tiempo. Por ejemplo, el tránsito de un ratón a un elefante tendría lugar en 24 millones de generaciones si se toma como referencia la máxima velocidad de la evolución encontrada en los registros fósiles, según un estudio que acaba de publicar la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Dar el "salto" de un animal del tamaño de un conejo a un elefante requeriría algo menos: 10 millones de generaciones. Sin embargo, es bastante más rápido crecer en los océanos: las ballenas necesitaron la mitad de generaciones para alcanzar sus máximas dimensiones. "Probablemente se debe a que es más fácil ser grande en el agua, porque el agua ayuda a soportar el peso", explica el paleontólogo Erich Fitzgerald, coautor del estudio.
También hacerse "más pequeño" es un proceso mucho más veloz a nivel evolutivo. Por ejemplo, los científicos estiman que hacen falta solo 100.000 generaciones para que un elefante se convierta en un elefante pigmeo. "Cuando te haces más pequeño, necesitas menos comida y te puedes reproducir más rápido, lo que supone una ventaja sobre todo si vives en una isla pequeña", apuntan los investigadores en referencia a especies como el hipopótamo pigmeo o los homínidos "hobbit" de la Isla de Flores.
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